Nuestra América fue centro de interés mundial en esta semana, sobre
todo la América mestiza, la pobre no por falta de riquezas sino por la
expoliación de recursos que ha sufrido desde la colonización, en manos
europeas primero, yanquis después y europea y yanqui actualmente.
Dos cumbres muy diferentes, una la de la UNASUR, donde el centro
del debate estuvo en la instalación de siete – si 7- bases militares
norteamericanas en Colombia todas equidistantes, amenazantes del
resto de los países del sub-continente, salvo del nuestro, abrazado
por la inmensidad de sus vecinos.
Una cumbre donde el peligro de una guerra estuvo sobre la mesa, una
guerra impuesta por el norte, que no acepta, ni aceptará sacar el pie
del Ecuador donde tenía el mayor enclave militar en la zona, cuyo
contrato terminó y el gobierno de Rafael Correa no se lo renovó.
Uribe, fue entonces, el peón que entregó el suelo de su país, para que
fuera ocupado por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, su
pretexto de combatir el “narcoterrorismo” de las FARC; ¡él, Uribe, el
mayor narcoterrorista!
Una cumbre preocupada por la suerte de Honduras, cuyo presidente
deambula por el mundo pidiendo apoyo para su retorno, mientras el
pueblo de su país resiste heroicamente a la represión de los golpistas.
La otra, la cumbre de los “ricos”, la del Norte, fue en Guadalajara, en
ella participaron los presidentes de los Estados Unidos, Barak Obama,
de México Felipe Calderón y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper.
Una Cumbre que no trató ninguno de los temas de trascendencia como
el problema de los inmigrantes mexicanos, perseguidos y asesinados por
los guardias fronterizos de los Estados Unidos cuando tratan de atravesar
el muro que han levantado para separar ambos países. No se habló de la
pobreza creciente de México gracias al efecto del NAFTA, el símil del
ALCA que nos querían imponer a los latinoamericanos. No se habló
tampoco sobre la responsabilidad que tiene el Presidente Obama
con respecto al golpe en Honduras, donde una sola palabra suya le
pondría fin a tal atropello.
Pero Obama prefiere ironizar diciendo que los acusan de intervenir cuando
hacen algo y ahora les piden que intervengan.
Una cumbre que no logró opacar a la de la UNASUR, pero que le marcó la
agenda al intervenir directamente con la instalación de las Bases en
Colombia, y donde casi logra un quiebre en la unidad de los países
del sur, demostrando que aún falta para que esta América Latina, que
por momentos parece caminar firme hacia la independencia, se ve
tambalear por actitudes como la de Brasil, el gigante del Sur, que
pretendiendo diferenciarse de Venezuela, y asumir la hegemonía de la
región, cae del lado de los yanquis.
El camino no es fácil y se avanzará mientras se fortalezcan los lazos de
cooperación real entre los países como lo vienen demostrando
Argentina y Venezuela con los acuerdos firmados en las últimas horas, que
son un ejemplo de integración, donde el interés pasa por el desarrollo de
ambos y no por las ventajas que uno pueda sacar del otro.
El camino es el de los acuerdos entre Venezuela y Bolivia, o entre
Ecuador y Venezuela. El camino es el de la cooperación entre países
que más allá de su tamaño, sus riquezas, comparten un objetivo
común: la soberanía de la nación sudamericana.
Dos cumbres para una misma América donde sus pueblos recién
comienzan, lentamente, a tomar parte en la decisión de su destino
común y solo separado por la acción de algunos de sus gobernantes.
Editorial La Juventud
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