La amenaza se ha cumplido. El Ejército israelí lanzó en la mañana de ayer una intensa campaña de bombardeos que se llevó por delante la vida de 195 habitantes de la superpoblada y empobrecida franja de Gaza y dejó heridos a más de 200.
Ristras de cadáveres cubiertos por improvisadas mortajas yacían en las calles de la ciudad de Gaza, convertidas en paisaje de destrucción. Amasijos de hierros que hasta ayer fueron edificios y hombres a la carrera que trasladaban heridos ensangrentados.
En las imágenes de televisión que llegaban desde la franja se apreciaba el colapso de los servicios de emergencias, a los que durante toda la mañana estuvieron llegando los cuerpos rotos. No es más que el principio. "Las Fuerzas de Defensa de Israel ampliarán sus operaciones a medida que las circunstancias lo requieran", indicó ayer un portavoz del Ejército a EL PAÍS. La comunidad internacional condenó el ataque.
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